Tenemos a un personaje en la sociedad, de quien todos hablamos mal, pero al cual las críticas no lo mejoran: el “ideócrata”.
El término
no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua; es pura invención
de un amigo.
Este espécimen social es una suerte de generador de
iniciativas desagradables e irritantes, como hechas para molestar, con la
supuesta justificación de organizar, cuidar, mejorar, etc… uf, pero de buenas
intenciones está plagado el camino del infierno.
Algunos le llaman “bobos con iniciativas”, otros los suman
al poderoso y aparentemente inidentificable grupo de los burócratas (o
viceversa), pero es cotidiano referirse a sus acciones con la impotencia de no
tenerlos en cuerpo y alma frente a nosotros.