Tenemos a un personaje en la sociedad, de quien todos hablamos mal, pero al cual las críticas no lo mejoran: el “ideócrata”.
El término
no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua; es pura invención
de un amigo.
Este espécimen social es una suerte de generador de
iniciativas desagradables e irritantes, como hechas para molestar, con la
supuesta justificación de organizar, cuidar, mejorar, etc… uf, pero de buenas
intenciones está plagado el camino del infierno.
Algunos le llaman “bobos con iniciativas”, otros los suman
al poderoso y aparentemente inidentificable grupo de los burócratas (o
viceversa), pero es cotidiano referirse a sus acciones con la impotencia de no
tenerlos en cuerpo y alma frente a nosotros.
Ah, pero un “ideócrata” con poder, eso sí es un problema:
Son especialistas en cerrar puertas, para que todos tengan que acceder por el
mismo lugar, aunque se aglomeren, como en los cines.
Cambian las paradas de ómnibus sin previo aviso. Transforman
trámites simples en una parafernalia de gestiones sin sentido.
Implantan un sistema de control con un gasto excesivo y el
implícito descontrol.
O crean complicados parámetros de una emulación, para que sólo
los “especialistas” puedan decidir el ganador, ante la atónita mirada de
quienes emulan.
Quizás uno de los más irritantes hechos es el vencimiento de
los certificados de defunción o de nacimiento para presentarlos en determinados
trámites. ¿…cómo se te ocurre, Pipe…?
Algunos “ideócratas” con poder, auto establecen prolongados
plazos para resolver averías de redes técnicas, dígase electricidad, gas, agua
o teléfono, como si tales interrupciones de estos servicios permanentes pudieran
esperar por tiempos predeterminados. Aunque en eso de plazos dilatados
“establecidos” se pueden hacer voluminosas enciclopedias.
Estos son ejemplos que me vienen a la memoria, pero no son
ni los más ilustrativos, ni los peores y más dañinos. Piense Ud., amigo lector,
y con papel y lápiz a mano haga su propia lista de ejemplos y si quiere más,
hasta recuerde nombres de candidatos al título.
La “ideocracia” tiene la característica de la sordera
voluntaria; por tanto, se encierra en su caracol, ignorando el efecto de sus
acciones y convencidos de la irreversibilidad de las medidas que implantaron,
cual Dios terrenal, cuya palabra es sagrada e inviolable.
Purificar la sociedad es misión de todos sus miembros de
forma individual y colectiva. Resulta importante combatir desde la posición de
cada cual a quienes, asumiendo una postura supuestamente en defensa de la
colectividad, dejan su huella dañina en sus conciudadanos.
Siguiendo una máxima fidelista, no hay que combatir a los
hombres, sino a sus malas acciones, o en este caso, a las pésimas ideas. La
crítica –también dijo Fidel- entraña la vergüenza de los hombres.
No se trata pues, de un llamado a moler los huesos a quienes
abracen la filosofía de la “ideocracia”, sino solo pedirles razonar previamente
las ideas nuevas antes de aplicarlas y más aún, que tengan la capacidad de
tener oídos receptivos para captar la repercusión de sus acciones y el valor
suficiente para rectificarlas.
Nota: Gracias a Víctor Fernández por aportar la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lo invito a comentar sobre el tema