11 de marzo de 2008

Pensamos, luego existimos y opinamos


Por Benito Martínez

La sociedad cubana es un hervidero de ideas y opiniones. Un somero análisis de la proporción de profesionales, técnicos y bachilleres, además del alto nivel de politización del pueblo en general, explicará el porqué el país se ha convertido en un gran centro de pensamiento.

Varios procesos de debates populares sobre temas medulares, han demostrado la madurez de una comunidad bien preparada para emprender rectificaciones que tienen repercusiones “arriba” y “abajo”, referido a niveles de dirección y la base.

Una estrategia revolucionaria es enfrentar tales procesos con la participación protagónica de las masas, porque han demostrado un pensamiento abierto y desperjuiciado, alejado de concepciones egoístas o pequeño-burguesas o la búsqueda de ventajas individuales o grupales. ¿Cómo sin no?

La más reciente experiencia es el proceso convocado y liderado por el Partido, para debatir, analizar, denunciar y opinar sobre problemas que aquejan el buen funcionamiento del país y ofrecer soluciones viables.

La concordancia de opiniones en múltiples de estos temas fue confirmada recientemente por el General de Ejército Raúl Castro, lo que ofrece una vez más la validez del proceso y la voluntad de la máxima dirección del país de emprender de conjunto la solución de dificultades.

Pobre de aquellos allende los mares que interpretan mal lo que hoy sucede en este archipiélago caribeño; lamento que se debe hacer extensivo a quienes desde adentro realizan lecturas equivocadas y hasta se alimentan con ellas.

La realidad es esta: hoy se debate cómo es el Socialismo que queremos; cómo nos va a dar más satisfacción y cómo crear la estructura económica que lo sostenga, con un total rechazo a la posibilidad de explotación del hombre por el hombre, que es la esencia del capitalismo.

Las recientes elecciones generales, en tanto consulta popular a nivel de plebiscito, demuestran el apoyo incondicional a un proyecto político-económico-social considerado por la mayoría de los cubanos la mejor y más viable opción de proyecto de vida.

El poder de convocatoria está asegurado en ese 97 por ciento de asistencia a las urnas; la respuesta al voto unido fue del 91 por ciento de las boletas válidas y las votaciones alcanzadas por las principales dirigentes es una muestra de la ratificación del liderazgo.

Un debate abierto, como el actual, dejará la “casa limpia” y servirá para fortalecer, perfeccionar y solucionar problemas que aquejan a los cubanos, o al menos colocarlos camino a superarlos.

Cierta prensa internacional (no la más favorable, por supuesto) arman de vez en vez una alharaca cuando conocen de debates en asambleas obreras, estudiantiles y de barrios, donde se emitan opiniones críticas sobre asuntos de fondo. Quizás no entienden, o no quieren entender, que los opinantes lo hacen desde bien adentro, desde evidentes posiciones revolucionarias.

¡Atención!: no debemos descartar que algún pequeño-burgués pretenda pescar en un aparente río revuelto. En tales casos las masas se encargarán de ellos y sus propias posiciones individualistas o de grupitos, les impedirán ir más allá del oportunismo de secuestrar momentáneamente, para beneficio propio, la tribuna democrática popular.

Como principio inseparable de nuestro proceso, el debate garantiza que la Revolución no se estanque y la dialéctica no sea sustituida por el dañino quietismo. Renovador es sinónimo de revolucionario; el conservadurismo es enemigo percé del avance.

Esta es la esencia de los actuales debates que estremecen a la sociedad cubana, lastrada por la más difícil crisis de su existencia, lo que ocupó a las autoridades en garantizar primero que todo, la supervivencia. Ya vamos saliendo: es ahora el momento de corregir el rumbo y deshacernos del lastre.

Pensamos, luego existimos, opinamos y avanzamos para más Socialismo: esto es para quienes pudieran ponerlo en duda.

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